viernes, 9 de mayo de 2014

La ley de la calle

Uno de los beneficios que aporta el tener un blog es que acabas conociendo a personas muy interesantes, como es el caso de Emilia, la autora del siguiente post. Emilia se mueve en el Instagram (@noasite) y ese medio se le quedaba corto para explicar lo sucedido con una obra de arte que ya no podremos contemplar en todo su esplendor. Como podréis comprobar, Emilia se expresa perfectamente, por lo que es una gozada leerla. Aquí va su post:

Que el arte urbano es efímero es uno de esos tópicos que los seguidores del street art (e incluso los propios creadores) han asumido e interiorizado. Es una frase tan manida como decir que un partido de fútbol dura noventa minutos y que no hay enemigo pequeño.
Sin duda cuando una obra de arte (sea en el formato que sea) se coloca en la calle se asume que su recorrido vital no será eterno. Se expone a que la autoridad local tenga una política al respecto muy clara y la borre o pinte haciéndola desaparecer en un período más o menos corto. También se arriesga a que otros artistas urbanos incumplan ese código no escrito de respetar la obra de otro colega y dibuje o escriba encima (ironías de este mundillo, como si no hubiese otro espacio en el que exhibir tu trabajo). Por supuesto también se debe considerar que puede que tu obra no guste al propietario del lugar donde has decidido pintarla y la elimine por razones estéticas, ideológicas o religiosas. O al contrario: que guste tanto a alguien que se decida a arrebatarla
de la calle (donde su autor ha decidido entregarla) y robarla para decorar su casa y enseñarla a sus conocidos.
Éstas son leyes de la calle, un código no escrito de reglas del juego, aceptadas y asumidas. Porque incluso en un gremio considerado como delincuentes o vándalos urbanos existen metalenguajes. Porque la calle es una galería en la que no hay vigilantes jurados, ni cámaras de seguridad sino una libertad creativa e interpretativa que pone al alcance de todos la expresión artística.
Por supuesto esa libertad anónima da cabida a verdaderos casos de vandalismo destructivo. Y eso me lleva a una pregunta ¿Qué lleva a alguien a mutilar una obra de arte? Voy a centrarme en un caso concreto vivido en Barcelona recientemente y que ha motivado este post.
Hace unos días, en una tranquila calle del barrio de Gracia se podía ver un colosal Sant Jordi de casi dos metros, obra del artista urbano italiano Mr Klevra (http://www.klevra.com). 










En menos de una semana esta obra ha sido parcialmente destruida. Más allá de por quién (stultorum infinitus est numerus) la clave para entender este canibalismo urbano que escapa del código de “las leyes de la calle” es ¿por qué?.
Analicemos el caso:
¿El ayuntamiento ha repintado de gris encima? No.
¿El propietario de esa pared lo ha borrado? No.
¿Otro artista urbano ha puesto su nombre sobre la obra o ha dibujado en ella? Tampoco.
Simple y llanamente alguien ha aparecido allí con un spray negro y ha pintado sobre el rostro y las firmas del artista.












Vienen más preguntas inmediatamente a la cabeza: ¿acaso el contenido de la obra puede considerarse ofensivo y la han censurado? No creo que precisamente un Sant Jordi (patrón de Catalunya) sea una representación que genere repudio o suscite un odio semejante. Y no hay ningún gesto que alguien pueda interpretar como obsceno o irreverente.
¿Es acaso un acto de lucha iconoclasta? ¿Un ateo radical que no soporta ver a un Santo en una pared? No hay ningún mensaje al respecto y desde la quema de conventos durante la guerra civil no se han vivido escenas de anticlericalismo especialmente significativas. No es la Barcelona del 2014 una ciudad de luchas intestinas entre cristianos.
Si no es la obra lo que genera ese ataque, ¿es acaso el autor? ¿estamos frente a un artista vetado y polémico que genera una pulsión violenta que ni el mismísimo Luis Figo podría inspirar en el Camp Nou?
Nacido en Roma en 1978, Mr Klevra lleva veinte años como artista urbano. Reconocible por sus magníficas obras de iconografía bizantina este artista italiano ha visitado Barcelona en alguna ocasión. Desconozco si ha dejado algún corazón roto en nuestra ciudad, una mujer despechada que no soporte leer su nombre escrito y que vea en el rostro de Sant Jordi la amarga cara de lo que pudo ser y no fue. Ironías al margen, a Mr Klevra no se le conocen detractores ni enemigos... es más, casi podría aventurarme a que es un gran
desconocido en Barcelona incluso para muchos amantes del arte urbano.
El propio artista ha mostrado su perplejidad a través de su página de
Facebook: “Iconoclastas en Barcelona. Adoro la meticulosidad con la que alguien ha borrado todas las firmas y detalles.”
Meticulosidad y ensañamiento que sólo se entendería si la madre del Dragón va a Montana Gallery, se compra un spray y se planta frente a Sant Jordi al grito de “Vendetta!” para acabar con él. Aunque más bien estamos frente a un ejemplo de la mezquindad de quien, incapaz de crear, opta por destruir.
Tal vez este ataque sea una buena excusa para que quienes no conozcan la obra de este artista le descubran y le sigan los pasos...
Y si por algún remoto caso quien ha masacrado este Sant Jordi me lee, le saludo recordándole que las manchas que se dejan sobre la conciencia son mucho más difíciles de borrar que las de un spray...

jueves, 8 de mayo de 2014

Cementerio de Vilafranca del Penedès (2ª parte)

Continuando nuestro recorrido por el cementerio de Vilafranca descubrimos un par de figuras que, en mi caso, aparecieron tan de improviso que me causaron cierto sobresalto (ni te cuento si haces una visita nocturna).



Según comentó Jordi Valls, nuestro guía de lujo, esta tumba permanece vacía.
Antes, pero, habíamos pasado por el panteón de la familia Miret-Abad.




Se trata de un pequeño templete neoclásico cuyas puertas están protegidas con trabajos artesanales de hierro forjado y vidrieras.
Tras dejar atrás varias pequeñas capillas que ocupan uno de los laterales del cementerio, llegamos a la que está señalada como Sala Mortuoria. En su interior podemos ver la mesa de disección.


Se trata de la antigua capilla de Sant Eloi que desde 1856 pasó a ser la sala mortuoria. Hoy en día ya no se utiliza.
Resiguiendo el camino llegamos a la mayor de las capillas, la de Joan Torras i Guardiola de 1878.




La construcción de la capilla sufrió muchas vicisitudes. Habiendo dejado el hueco para su construcción se esperaba que la devoción del pueblo asumiera el coste, pero no fue hasta 1860 que Josep Almirall i Sala costeó la capilla. Impedimentos técnicos no permitieron que este ofrecimiento se hiciera realidad, hasta que la Junta del cementerio a través del arquitecto Joan Torras i Guardiola consiguió llevar a cabo el proyecto. En 1869 las obras se volvieron a paralizar por falta de recursos hasta que la viuda de Josep Almirall, Margarita Panzano se ofreció a cubrir los gastos. Llegábamos a 1878.


Del ángel con trompeta actualmente solo queda la mano aferrada al instrumento que podemos ver en el interior de la capilla. El resto de la estatua fue destruida por los operarios que la lanzaron desde lo alto de la capilla cuando hubo que desmontarla por razones de seguridad.


Lo que sí que podemos observar es el tímpano del escultor Ramon Elies, que representa la resurrección de Lázaro, y las gárgolas con representaciones de animales fantasmagóricos alados.

Cruz en primer término del panteón de Pere Batlle



Llegamos ahora a una de las tumbas más hermosas. La tumba a Matilde de Manuel Oms.


El monumento, encargado por el viudo de Matilde, Ulpià Dellundé, está formado por un sarcófago decorado en los laterales.



y presidido por un ángel en actitud orante. Desde 1958 descansan los restos del filósofo y escritor Eugeni d'Ors, iniciador del movimiento noucentista.

A nuestro alrededor podemos ver algún sarcófago más con escultura alada.


De aquí nos trasladamos a la siguiente sección del cementerio, donde encontramos los panteones más grandes. En el tránsito podemos observar una lápida en la que se encuentran muchos de los símbolos funerarios.


El primer panteón con el que nos encontramos es el de Ramon Marimon (Josep Domènech, 1913)


Se trata de un panteón de estilo modernista formado por tres sepulcros elevados y coronado por un ángel sentado en un trono con una corona de rosas en las manos.

El autor escultórico es Ramón Atxé, que también esculpió las estatuas de la fachada de la basílica de Santa Maria. El acceso a la cripta del panteón tiene lugar por el sepulcro posterior.



A continuación, podemos ver un sobrio panteón, el de la familia Gual Miró. Construido después de 1957, destaca la cúpula protegida por un cimborrio con tendencias cubistas.


Junto a este panteón podemos observar una rara especie vegetal, una Colletia cruciata

Las hojas forman unas duras espinas que recuerdan a la corona de Jesús y que, según la tradición popular, se dice que creció de un brote traído directamente de Jerusalén.
La siguiente edificación que vemos es la capilla de Antoni Jané (Santiago Güell, 1922)



A pesar de ser posterior al panteón de la familia Via-Oliveras que vimos en la entrada, éste es de un estilo claramente neogótico.



El tímpano de la entrada representa la Ascensión de Cristo, y en los laterales se encuentran los sarcófagos que acogen los restos del matrimonio Jané.



Desde aquí pasamos a la siguiente sección del cementerio. Allí encontramos tanto el panteón de la Guarnición, fosa donde se enterraron los soldados del cuartel que se encontraba en la actual plaza Penedès. Como la fosa común donde se enterraron los 268 soldados republicanos que murieron en el hospital de sangre del Molí d'en Rovira.


Desde 2004 una lista recuerda sus nombres. También una escultura con diferentes interpretaciones corona la fosa. El caso es que la primera columna no se rompió expresamente para crear la escultura, si no que cuando la encontraron ya estaba así, y se pensó en que si se colocaba junto a las otras, podría dar mucho juego.
El cementerio se completa con las partes más nuevas, incluidos los nichos dispuestos en semicírculo que dan al conjunto del cementerio el aspecto de la planta de una iglesia.

La transmutación de la rosa:



Una vez más quiero dar las gracias a Jordi Valls por sus extensas explicaciones y a APU Barcelona VeoDigital por haberme invitado a acompañarlo en la visita. También asistieron los siguientes Cazadores de Hermes: Xavi de las crónicas de Thot y Jordi de Instants Barna.