La inspiración para estas entradas fue a partir de un par de libros que teníamos por casa: "Paseos insólitos para descubrir Barcelona" de Josep M. Huertas y "Barcelona insólita y secreta" de Verónica Ramírez Muro y Rocío Sierra Carbonell. Pero luego compré otros más: "Los secretos de las calles de Barcelona" de JL Caballero y David Escamilla, "La Catedral de Barcelona" de JM Martí i Bonet, y "1001 curiositats de Barcelona" de Silvia Suárez y Anna-Priscila Magriñà. Eso sí, todas las fotografías que aparecerán en los posts están hechas por nosotros.
Empezaremos en la calle Ramelleres, 17. Allí podemos ver en la pared un agujero. ¿Para qué servía?
Aquí se fundó en 1583 la Casa de la Misericordia y 300 años después se convirtió en la casa provincial de Maternidad y Expósitos. Pues bien, el agujero en la pared servía para depositar a los niños que las madres solteras dejaban al cuidado de las monjas. La ventana o torno de los huérfanos funcionó hasta 1931.
Continuamos hasta la calle Elisabets, 24. Allí encontramos la siguiente tabla:
Este buzón se encontraba en la capilla de un hospicio y como puede leerse servía para depositar limosnas para los huérfanos.
Seguimos hasta el patio del antiguo Hospital de la Santa Creu donde podemos ver la escultura de un Santo con un niño ¿por qué se levanta el faldón?
Se trata de San Roque, protector de los leprosos y patrón de la peste y lo que hace es mostrar las llagas en el muslo pues es en esta zona donde aparecían los primeros síntomas de la enfermedad.
A continuación nos dirigimos hacia las Ramblas y cruzamos dirigiéndonos hacia la plaza del Pi allí en la iglesia de Santa María del Pi encontramos una historia de 1806 relacionada con la pasarela que puede verse en la foto:
Lo ocurrido puede leerse en una placa de marmol:
De aquí nos dirigimos a la Catedral de Barcelona, rodeándola por su izquierda hasta llegar a la Plaza de Sant Iu patrón de los abogados. A la izquierda de la puerta del mismo nombre y un poco por encima observamos en la pared una cicatriz en forma de rectángulo. ¿A qué es debida?
La puerta que no lleva a ningún sitio nos da la pista: la cicatriz es la huella de la pasarela que iba desde el Palacio Real hasta la Catedral y que utilizaba el Rey para no tener que bajar a la calle.
Si ahora avanzamos un poco más (o bastante más, para tener una mejor perspectiva) y miramos hacia la torre, además de gárgolas veremos un caracol. ¿Qué significado tiene ese molusco gasterópodo de piedra sobre la torre?
Son muchas y variadas las interpretaciones que he encontrado. De hecho no es el único caracol, podemos encontrar muchos más y os animo a que los busquéis. Algunos de estos animales parece ser que indican la localización de escaleras de caracol. También he leído que es en recuerdo de la plaga sufrida en el s XVI mientras se construía el templo, aunque las malas lenguas dicen que es una venganza del maestro constructor hacia su mujer que le ponía los cuernos. Que cada cual se quede con la explicación que más le guste.
Si seguimos rodeando el edificio hasta llegar a la calle del Bisbe, en la esquina de la capilla de Santa Llúcia observaremos una barra de piedra adosada a la pared. ¿Qué es?
Es un ornamento que en el s XII fue utilizado como medida de una antigua escala usada en Barcelona: la cana destre, de 8 palmos o seis pies o dos pasos. Sin embargo, no mide los 1,55 m que debería, por lo que fue usada erróneamente. Otras interpretaciones que se han hecho es que podría indicar el nivel de la capa freática antes de la construcción de la capilla, o un simple capricho del constructor.
Hasta aquí la primera entrada sobre aspectos curiosos de nuestra ciudad. En futuras entradas seguiremos el recorrido.